¿La EHNA está causada por la obesidad? 

Por: Dr. Christopher McGowan

En obesidad sigue aumentando en Estados Unidos, cada vez son más las enfermedades relacionadas con la obesidad. La abrumadora evidencia de las últimas décadas -en forma de ensayos clínicos controlados aleatorizados y diversos metaanálisis- ha demostrado claramente que la obesidad puede perjudicar prácticamente cualquier aspecto de la salud. Aunque las enfermedades cardiovasculares y afecciones como la diabetes mellitus de tipo 2 suelen ser los riesgos más conocidos de la obesidad, un ámbito de la salud que a menudo se pasa por alto es la salud hepática. Un ejemplo de problema de salud hepática aparentemente relacionado con la obesidad es el conocido como esteatohepatitis no alcohólica (NASH). 

Dr. Christopher
DR. CHRISTOPHER MCGOWAN

El Dr. Christopher McGowan, líder en endobariatría, está especializado en tratamientos no quirúrgicos de la obesidad y cuenta con una triple titulación en Medicina Interna, Gastroenterología y Medicina de la Obesidad. Conocido por ser pionero en la gastroplastia endoscópica en manga (ESG), con más de 2.000 intervenciones, su influencia mundial y sus contribuciones a la investigación lo definen como un experto de primer orden.

Aclaración terminológica   

El año pasado, un grupo internacional de hepatólogos, entre los que se encontraba la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas, determinó que la afección antes conocida como sin alcohol hígado graso (HGNA) se denominará a partir de ahora metabólico disfunciónasociado hígado graso (MAFLD). Del mismo modo, uno de los dos tipos principales de MAFLD se conocía anteriormente como sin alcohol esteatohepatitis (EHNA), pero ahora se conoce como metabólico disfunción asociada esteatohepatitis (MASH). Este cambio se hizo para poner más de relieve la estrecha asociación entre los trastornos metabólicos y los problemas de hígado graso, así como para abrir nuevos campos de investigación.    

¿Qué es MAFLD?

El recién denominado MAFLD es un conjunto de afecciones médicas que se caracterizan por la acumulación de un exceso de grasa en el hígado. Como su antiguo nombre indica, el MAFLD es distinto del tipo de acumulación de grasa en el hígado que puede derivarse de consumo excesivo de alcohol. En este caso, la MAFLD puede producirse sin una causa específica o con cualquier otra causa que no sea el consumo de alcohol. La enfermedad se presenta en dos tipos principales, y el más leve de los dos se denomina hígado graso no alcohólico (NAFL) e implica acumulación de grasa pero sin inflamación significativa ni daño de las células hepáticas. 

El otro tipo principal es el MASH (también conocido anteriormente como NASH), que suele ser más grave. El MASH también implica la acumulación de grasa en el hígado, pero en este caso la inflamación puede acabar provocando daños hepáticos. Con el tiempo, este tipo de daño hepático puede causar cicatrices (fibrosis hepática) y cirrosis, que es un tipo de cicatrización permanente que se asocia a una pérdida de la función hepática. Además, se cree que la fibrosis o cirrosis avanzadas también pueden provocar cáncer hepático (más comúnmente carcinoma hepatocelular).     

¿Qué causa el MASH? 

A diferencia de la hepatopatía alcohólica, aún no está claro qué causa la acumulación de exceso de grasa en el hígado en el MASH y la NAFL. Sin embargo, la razón por la que se cambió el nombre es que investigaciones recientes sugieren que el síndrome metabólico (o disfunción en sentido más amplio) probablemente desempeña un papel sustancial en el desarrollo de la enfermedad. Los investigadores también creen que hay una serie de factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de acumular células grasas en el hígado: 

  • Obesidad: El sobrepeso o la obesidad es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar MASH. La obesidad suele producirse cuando la ingesta de energía (medida en calorías) supera el gasto energético; el exceso de calorías se almacena en forma de tejido adiposo. A medida que aumentan las reservas de lípidos en todo el cuerpo, la grasa también se acumula en el hígado en forma de hepatocitos (células grasas del hígado); cuando el hígado acumula grasa de esta forma, se denomina esteatosis hepática.
  • Resistencia a la insulina: Otro factor de riesgo estrechamente relacionado con la obesidad es la resistencia a la insulina, un trastorno en el que las células del organismo no responden eficazmente a la hormona que regula los niveles de azúcar en sangre. La resistencia a la insulina suele traducirse en mayores niveles generales de insulina en el torrente sanguíneo, lo que también puede favorecer el almacenamiento de un exceso de grasa en el hígado. 
  • Síndrome metabólico: Síndrome metabólico es un conjunto de afecciones que incluye la obesidad, hipertensión, niveles elevados de azúcar en sangre, triglicéridos altos o colesterol HDL bajo. Además de aumentar las probabilidades de padecer MASH, el síndrome metabólico también incrementa el riesgo general de sufrir enfermedades cardiovasculares y diabetes de tipo 2. 
  • Dieta: Como era de esperar, al igual que la obesidad puede ser un factor de riesgo para el MASH, también lo puede ser llevar una dieta que sea alto contenido de azúcar (glucosa) y grasas poco saludables. Además de provocar un exceso de calorías, estos patrones dietéticos suelen ser bajos en fibra, un componente clave para regular el azúcar en sangre y la glucemia. niveles de colesterol. Incluso si una dieta de este tipo no conduce a la obesidad abdominal obvia, todavía puede causar la acumulación de grasa en el hígado, así como el acumulación de grasa visceral en otras zonas.  
  • Genética: Como ocurre con muchos tipos de enfermedad, a veces la genética puede influir en las probabilidades de desarrollo. En el caso de la MAFLD, existen pruebas de que alrededor de dos tercios de las familias con antecedentes de MAFLD tienen más de un hijo. diabetes tipo 2 también tienen al menos un familiar que también padece MAFLD.  

¿Cuáles son los síntomas del MASH?  

La esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica se denomina a veces enfermedad hepática "silenciosa" porque en las fases iniciales no suelen aparecer síntomas perceptibles. De hecho, una acumulación de hepatocitos puede crecer durante años antes de causar daños suficientes para afectar a la función hepática. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, pueden presentarse diversos síntomas: 

  • fatiga o debilidad
  • molestias o dolor en la parte superior derecha del abdomen 
  • pérdida de peso inexplicable
  • dolor de espalda    

Es importante tener en cuenta que estos síntomas son inespecíficos y pueden asociarse a otras afecciones. La gravedad y la combinación de los síntomas también pueden variar mucho de una persona a otra. Si no se trata, la enfermedad puede progresar y dar lugar a toda una serie de nuevos síntomas derivados del daño hepático real. Estos síntomas avanzados pueden incluir ictericia, ascitis (acumulación de líquido abdominal), hemorragias u otros.  

Diagnóstico y opciones de tratamiento

Dado que los síntomas suelen aparecer tarde en el desarrollo de la enfermedad, no suelen ser un factor importante a la hora del diagnóstico. Aunque la exploración física y los análisis de sangre pueden dar una idea de la salud del hígado, las pruebas de imagen como la IRM (resonancia magnética) o la elastografía transitoria son útiles para detectar signos de daño o anomalías. En algunos casos, puede recomendarse una biopsia hepática para confirmar el diagnóstico y evaluar la gravedad de la fibrosis hepática. Sin embargo, se trata de un procedimiento bastante invasivo y suele reservarse para los casos en los que el diagnóstico o la estadificación de la enfermedad no están claros.

Un diagnóstico confirmado de MASH es una preocupación grave porque significa que ya puede haber algún daño hepático. Y puesto que algunos daños hepáticos son esencialmente irreversibles, es importante iniciar el tratamiento lo antes posible. La mayoría de las opciones de tratamiento se centran en controlar la enfermedad y prevenir la progresión a un tipo de daño hepático aún más grave. A continuación se exponen algunos enfoques comunes del tratamiento: 

  • Pérdida de peso: Pérdida de peso es una de las formas más valiosas de controlar los síntomas del MASH. Incluso la pérdida de tan sólo 5-10% de peso corporal puede conducir a una mejora general de la salud del hígado.  
  • Cambios en el estilo de vida: Adoptar una dieta equilibrada Una dieta baja en grasas saturadas y trans, azúcares y alimentos procesados es un cambio esencial en el estilo de vida que puede marcar la diferencia. La actividad física regular también puede mejorar la sensibilidad a la insulina y algunos de los otros factores que hacen más probable el MASH.  
  • Medicación: En la actualidad no existen medicamentos específicamente diseñados para tratar la EHNA, pero algunos medicamentos asociados al cuidado de la diabetes pueden utilizarse en determinadas circunstancias. 
  • Cirugía: En los casos en que la enfermedad ha progresado demasiado y el daño hepático es demasiado grave, cirugía bariátrica puede ser necesaria. La cirugía bariátrica suele estar destinada a ayudar a perder peso, pero también puede utilizarse para reducir los depósitos de grasa en el hígado. En algunos casos puede ser necesario un trasplante de hígado cuando no se dispone de otras opciones.  

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